Inspirada en la película del 2004 y del musical del 2017 con este mismo nombre, se crea un híbrido que es esta nueva versión de Mean girls o en español, Chicas pesadas, de la cual todas estas versiones tiene en común estar basadas en el libro de Queen Bees and Wannabes.
Cady Heron llega desde África, para vivir la vida normal de una adolescente de secundaria en Estados Unidos. Sin ninguna herramienta social (gracias a que fue educada en casa), Cady se adentra al mundo salvaje de esta escuela, llegando a ser una más del grupo de las chicas populares.
La adaptación de la historia es más adecuada para las nuevas generaciones, ya adaptadas a la tecnología y usa términos y formas mucho más actuales que las versiones anteriores, junto con su música y también juega con dos formatos de ver la pantalla: como celular, y plano normal de película. También hay algunas canciones que no aparecen de la versión del 2017, pero no genera un vacío notable, es una buena mezcla.
Su humor más actualizado es divertido, ligero y actual, sin embargo, en lo personal no me agradó demasiado que hayan alivianado el tipo de humor ácido que tenía la película anterior, eso es lo que en esencia consolida Mean girls como una crítica social en la cual todo se desenvuelve en la percepción del resto, junto con sus opiniones (que muchas veces puede ser ridícula) y cómo uno se desenvuelve en ese entorno, realmente no sentí un hilo tan fuerte como en la original gracias a algunos cambios efectuados, de no brusca, trataron de encontrar el punto medio entre las antiguas versiones y la actualidad de hoy en día.
En cuanto a las actuaciones son un poco más caricaturescas en ocasiones con algunos personajes, en ese sentido, es más teatral en su performance, pero que sin duda las voces son los que se roban toda la historia, junto con las coreografías.
Es una película que es divertida de ver, que recibe al nuevo público y sus preferencias, hace de Mean girls una actualización acorde a la época actual.
