Inusual al Estilo Distópico
Hay muchos escritores que, intentando caer en la ciencia ficción, llegan a un futuro distópico, algunos más posibles que otros. Ray Bradbury, escritor y novelista estadounidense, no se quedó atrás. Mientras que ya había un público para las historias de robots, comunicación extraterrestre y tecnología despampanante y extraña aproximadamente en 1950; Bradbury estaba más interesado en tomar los héroes de sus historias y trasladarlos a un futuro distópico (comentando en entrevistas que muchas veces se basó en pesadillas que tenía cuando niño).
Aunque reconoce que “el libro lo escribió a él”, lo que despertó su llameante inspiración luego de una seguidilla de libros sobre fuego, imprentas y papiros, fueron los eventos que ocurrieron a nivel mundial. Hitler había quemado libros en Alemania en 1934. Stalin tenía a sus cerilleros y yesqueros. Yendo más al pasado, la quema de brujas en Salem en 1680 y los tres incendios en la gran biblioteca de Alejandría (uno de ellos intencionado), le llamó fuertemente la atención desde su infancia hasta sus 30 años.
La temperatura que inflama el argumento
La historia se centra en el protagonista Guy Montag, bombero de profesión, en un futuro donde se solicita el actuar de esta institución para tanto el hallazgo, arresto por posesión de libros y su quema de escritos, novelas, manuscritos, recetas de cocina. En resumen, si hay lenguaje escrito, deben arder hasta que no quede vestigio. Misma suerte corría para los poseedores de los libros y sus hogares.
En un inicio, Montag está orgulloso de su profesión, luciendo su casco con el número 451, pues era estupendo quemar para él, pudiendo enumerar los tomos que hoy volvió cenizas.
Un día conoce a una vecina, llamada Clarisse MeClellan que no sólo no teme a los bomberos, sino que tiene muchas preguntas para el hombre dentro del traje. Por ejemplo, si ha visto el cielo, si acaso lee alguno de los libros que quema (lo cual está prohibido) y que si es verdad que hace mucho tiempo los bomberos apagaban incendios y no los quemaban.
La influencia de la muchacha comenzó a hacerlo cuestionar de la labor que desarrollaba, más aún cuando súbitamente Clarisse “desaparece” y no logra encontrar respuestas más que lenguaje figurado por parte de los bomberos.
Mientras tanto Mildred, la esposa de Montag, vive dentro de cuatro paredes en un simulador virtual de familia, manteniendo una relación superficial con Montag que no parece placentera para ninguno, pero puede referirse a ella como torpe y superficial.
Montag además tiene la responsabilidad de acudir al cuartel de bomberos donde el capitán Beatty mantiene el orden en un tono autoritario, y debiendo subir al carro en el caso de una llamada de auxilio, que son por lo general acusando a algún vecino de poseer libros.
Los nuevos cuestionamientos no calzan con su esposa y menos con el capitán Beatty, pero se mantienen a raya puesto que no ha cometido un delito.
Una llama se convierte en un incendio
Guy Montag no sabía que le había sucedido, algo había alterado su rutina para siempre. ¿Había sido la desaparición de Clarissa y su bulliciosa familia?, ¿qué es aquello que lo mantenía tan perturbado mientras jugaba poker en el cuartel y que lo hacía sentir ajeno a todos aquellos, sobre todo el capitán Beatty?
Será la sensación de peligro que ahora le generaba el Sabueso Mecánico que todos los cuarteles tenían, que seguían a sus presas en forma certera y les daba fin inmovilizándolos. El sabueso Mecánico, aquel creado hace años para la cacería y ubicación de heridos, ahora el Gobierno intervino en ellos para que encontraran a todo aquello que realizara un acto delictual.
Una llamada llegó al cuartel: un residente escondía libros en su casa. Todos se suben al carro de bomberos hasta llegar a una casa modesta y una mujer mayor que mantenía libros en el ático. Ésta se negó a retirarse para la quema de libros. Montag junto a un grupo de hombres que entró a la casa, se aleja de ellos acercándose más a la mujer anciana. En un pestañeo y sin pensarlo mucho, esconde un libro en su traje. Es aquí cuando Montag se convierte en un delincuente sin que nadie lo sepa.
¿Vale la pena leerlo?
Si bien, los elementos futuristas electrónicos son parte del día a día y al nivel de complejidad de los habitantes de cualquier casa, el Sabueso Mecánico destaca por su alto nivel de precisión, siendo manejado desde helicópteros hasta por cuarteles. Tal nivel de maldad fue producto del Gobierno, del cual no se refiere ni se da mucha información de su tendencia como a diferencia de “1984” o “Un Mundo Feliz”. Pareciera ser que el fuego es el verdadero protagonista en esta distopía y de qué lado estamos.
Objetivamente hablando, el libro no es extenso, es fácil de leer, y tiene el toque de Bradbury de comenzar su creación para luego destruirla.
La progresión del personaje Guy Montag fue absoluta, y el hecho de que se encuentra en el nido de serpientes a diario nos mantiene en suspenso, sobre todo con el libro y las sospechas en su trabajo. El capitán Beatty es un excelente antagonista, fiel a sus creencias y tan sarcástico como malévolo. Una vez se desarrolla la trama el pequeño ambiente que se nos ofrece, comienza a ampliarse, y sumado a la lealtad al Gobierno, nos hace percibir la soledad y la pequeñez que significa tener convicción y una idea como una llama que no se extingue.
En base a todo lo mencionado, concluyo que vale la pena leer y releer. Quien sabe, puede que algún día lo puedan quemar.
